La capilla de Nuestra Señora de los Dolores, denominada popularmente como Virgen de los Dolores «del Puente» por su cercanía al puente de Santo Domingo o puente de los Alemanes, es una capilla callejera anexa a la fachada este de la Iglesia de Santo Domingo, en el margen derecho del río Guadalmedina.
Su fachada está flanqueada por dos pilastras de ladrillo visto rematadas con un frontón roto, coronado por una hornacina con una escultura de Santo Domingo de Guzmán, obra de Jesús Castellanos Guerrero. En su interior se dispone un pequeño retablo, de madera dorada y policromada, sustentado por columnas corintias rematadas por unas volutas; en su parte alta, se dispone un penacho que alberga un corazón traspasado.
A los pies del retablo hay una sencilla mesa de altar.
El diseño y la ejecución de la capilla es de Jesús Castellanos Guerrero.
La talla de Nuestra Señora de los Dolores, es una obra anónima del siglo XVIII, atribuida a Pedro Asensio de la Cerda. Tiene una altura de 159 centímetros y está confeccionada en madera de pino. Es una escultura de «vestir» que sólo tiene talladas las partes que quedan visibles, el rostro y las manos.
La imagen responde a los canones de las Dolorosas de la época barroca de la escultura de Andalucía Oriental presentando pómulos resaltados, cejas apuntadas y ojos entornados, que imprimen a su hermoso semblante un trasfondo anímico de dolor y una gran expresividad. La cabeza está suavemente inclinada hacia la izquierda.
Las manos las tiene entrelazadas.
Iglesia de Santo Domingo de Guzmán, frente al Puente de los Alemanes se encuentra la Capilla callejera de la Virgen de los Dolores.
A finales del siglo XVII, el malagueño Juan Valverde fue asaltado por dos delincuentes cerca del puente de Santo Domingo, en la margen izquierda del rio Guadalmedina. Tras salir ileso, en agradecimiento construyó una capilla en la calle Marqués para albergar y dar culto a una imagen de un Crucificado con la advocación del Perdón.
Esta primitiva capilla estaba adscrita a la feligresía de San Juan.
En 1747, Martín Federico Díez, un vecino que se encargaba de acoger a pobres enfermos, introdujo la devoción a la Virgen de los Dolores, fundando un Rosario nocturno, conocido como Hermandad de los Tiñosos, para recaudar limosnas y curar dicha enfermedad. Al no tener un lugar digno donde albergar a la imagen de la Virgen de los Dolores, pidió permiso para ubicarla en la capilla del Crucificado del Perdón.
Poco a poco la devoción a la Virgen de los Dolores fue acrecentándose y eclipsando al Crucificado.
En 1927, por razones urbanísticas la capilla fue demolida y se trasladó al otro lado del río, construyéndose una pequeña capilla, sufragada por la Archicofradía de la Esperanza, en la fachada este de la Iglesia de Santo Domingo, cambiando la Virgen de los Dolores de feligresía.
En 1992, una reforma urbanistica subió la cota del nivel del suelo del Pasillo de Santo Domingo más de metro y medio, lo que obligó a remodelar de nuevo la capilla.